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Espejismos bélicos

de Ana Agirre Loinaz


Para quien tenga televisión, las fotos exhibidas en la Fundació Espais resultarán familiares. Con el título de TV Wars, la artista Monika Anselment, a través de fotografías de imágenes televisivas, ha agrupado escenarios bélicos de países atacados casi en su totalidad por EE.UU. y sus aliados. Fragmentos extraídos de noticias y reportajes de las guerras más difundidas. De la primera Guerra del Golfo hasta el Iraq actual pasando por Kosovo, sin olvidar el 11-S, Anselment ha ido realizando un trabajo que aún no ha dado por concluido. Estamos, por tanto, ante un work i progress

A lo largo del recorrido dispuesto por la propria autora, reconocer las imágenes como ataques militares no escapa a casi nadie, pero hay un aspecto común entre todas ellas, y es su inquietante atractivo visual. Extraídas de su contexto habitual, las fotografías no dejan de seducir al espectador, adquieren una dimension pictórica. Piezas que al visualizarlas activan conexiones con imágenes análogas ya retenidas por nuestra memoria fotográfica, que forman parte de nuestro bagaje visual: destellos de metralla en un cielo nocturno remiten a un espectáculo de fuegos artificiales; otras que recuerdan vagamente a cuadros impresionistas. Bombardeos que aluden a cuadros de Van Gogh o Friedrich.

Fascinar con la cara más aduladora del poder y la destrucción es quizás un recurso establecido por los mass media para mantener al público occidental aletargado, recreando la dimensión lúdica de la violencia política como un producto más listo para consumir configurando una realidad difuminada. La obra de Anselment pone de relieve lo que Noam Chomsky lleva diciendo hace tiempo: los medios de comunicación disfrazan la realidad para favorecer la imagen de las potencias neoimperialistas. A pesar de la retransmisión de una violencia de baja intensidad, violencia no explícita, el miedo y la devastación se intuyen tras la densidad de los píxels.

Hoy, cuando la televisión lo reduce todo a imagen, la guerra también es eso. Guerras de alta tecnología, despliegues armamentísticos pero también mediáticos, donde la presencia humana es nula: los medios de difusión masiva ya no crean iconos humanos de guerra. En su lugar, ofrecen una selección de imágenes comerciales , cuidadas estéticamente. Una ambivalencia visual fronteriza entre el territorio informativo y el puramente mediático. Jugando con la ambigüedad de la incertidumbre y la ignorancia de la sociedad.

Ante la pantalla de televison las imágenes van precipitandose rápido. Muy rápido. Partiendo de la base de que la televisión trabaja exclusivamente con el medio filmico, las imágenes en movimiento tejen una realidad compuesta por unos hilos que, enmarañados, conforman una programación donde domina el tratamiento de espectáculo. Una sociedad del espectáculo que denigra la realidad infernal de un conflicto bélico confundiendo al espectador.

Llevando al límite las premoniciones que Benjamin hizo hace setenta años acerca de la reproductibilidad técnica, Anselment reproduce lo ya reproducido. Pensemos en la falta de autoría de las fotos, en la pérdida de aura que esto supone como obra de arte exhibida en un espacio expositivo. El aura de esta exposición va más allá de lo puramente visual, en Espais éste reside en la contemplación de escenas y en cuestionarlas.

Anselment propone congelar las imágenes del metraje televisivo, centrarse en las imágenes individualmente ofreciendo una distancia que activa las conexiones que identifican ese espectáculo multicolor con las consecuencias dramáticas de una guerra: muerte, dolor, éxodo, masacre, destrucción. Anselment quiere provocar pequeñas grietas en la opinión pública otorgando la ventaja de la distancia. Pausa y silencio serán los aliados que conduzcan a la reflexión, a la pregunta, a la sospecha.


Agradecemos a La Vanguardia para la permisión de publicar este articulo aquí.


Source: Culturas 140 del 23-2-2005 / La Vanguardia, Barcelona,2005.