Exhibitions Publications Contact Copyright Start

TV WARS

de Monika Anselment

Esta obra consiste en una serie de fotografías que se están realizando delante de la televisión desde 2000. Este trabajo está compuesto de fotografías de guerras, ataques bélicos o acciones similares en varios países: Afganistán, Irak, Yugoslavia, Palestina, Estados Unidos, etc. No provienen directamente de las guerras, sino que han sido tomadas a partir de programas informativos, de documentales de televisión.

Se trata de imágenes televisivas que son y han sido generalmente e internacionalmente muy difundidas. Cualquier persona que posea un televisor reconoce mis imágenes, porque las ha visto alguna vez.

Estas guerras nos son ofrecidas en pequeño formato a la hora de cenar de una manera apetitosa y fácil de digerir. Nuestras sociedades han reducido la magnitud de la violencia bélica a su mínima forma de expresión: a una imagen.

Mis fotos tienen algo en común. Todas son muy bonitas, algunas incluso tienen una apariencia kitsch. Situando estas imágenes televisivas una al lado de la otra, no resulta posible distinguir « lo bueno » de «lo malo ». La fascinación de la violencia está presente por igual en todas las imágenes.

En un plano meramente fenomenológico de las distintas imágenes podemos reconocer varios elementos en cada fotografía: en una vemos una explosión sobre una ciudad, en otra una bola de luz multicolor, aquí una puesta de sol, allá columnas de humo en las montañas, ....

Son paisajes de una hermosura intensa, recuerdan las pinturas de los paisajistas. Al contemplarlos se detecta a primera vista la belleza, pero enseguida uno se da cuenta de que en realidad se trata de una representación de la muerte. Esa ambivalencia impide que nos ensimismemos en estos parajes maravillosos.

Las fotos muestran la cara seductora de la violencia política. Aquella faceta que uno vive de niño haciendo caer la torre de cubos de madera recién construida o creando explosiones con la caja de experimentos químicos. Aquí, en cambio, todo ocurre a una escala que jamás nos hubiéramos atrevido a soñar. Ahora nos enfrentamos ante esta violencia fascinante como una realidad, como una realidad aparentemente legalizada. Sólo con la reflexión se sabe que las luces y el fuego significan destrucción y muerte. Pero, aún sabiéndolo, es difícil escapar a la atracción que ejercen estas imágenes.

Los efectos de la guerra en el mundo son siempre destructivos. No obstante, en las pantallas de televisión de nuestros hogares nos llegan como fuegos artificiales multicolores y lejanos, y dotados de una belleza que nos hechiza.

Puesto que la fascinación de estos espectáculos es tan poderosa, sólo con un gran esfuerzo somos capaces de establecer una conexión intelectual entre estas imágenes y las consecuencias sangrientas y mortales de los actos violentos que representan. Incluso, cuando aparecen imágenes de personas agonizando, el sufrimiento humano real permanece abstracto y lejano.

En mis fotografías se puede observar también que la violencia política en los mass media se escenifica en forma de espectáculo. En Afganistán las columnas de humo y las bombas que estallan frente a las altas montañas configuran los bastidores teatrales. En Irak tenemos un cielo lleno de fuegos artificiales y bolas de fuego. En Yugoslavia vemos (al lado de los refugiados cuyos destinos nos convencerán de la justicia de la guerra) refinerías ardiendo y cielos nocturnos iluminados. En Palestina caen del cielo bolas luminosas. En Nueva York (donde tiene lugar el mayor espectáculo) se derrumban las torres más altas del mundo después del impacto de dos máquinas de fuego.

No hemos visto en la televisión la violencia política en forma de espectáculo por ejemplo en los países siguientes: Argelia, Chechenia, ... Esto prueba que el espectáculo se utiliza para demostrar al mundo la magnitud de la propia fuerza. En países donde no es necesario convencer al mundo occidental (sean las razones las que sean), no hace falta un espectáculo mediático.


2

La televisión trabaja exclusivamente con el medio fílmico. En consecuencia, los espectadores ven imágenes en movimiento. En cambio las fotografías son imágenes estáticas. Las fotografías presentadas aquí han sido congeladas a partir de imágenes televisivas en movimiento. En los telediarios las imágenes cambian rápidamente. En cuestión de sólo unos minutos, nos enfrentamos a una vasta diversidad de temas y acontecimientos. Las imágenes se precipitan a una velocidad increíble, de un tema a otro, y no tenemos ni siquiera tiempo de tomar aliento, ni de recuperarnos del schock que nos han causado. A las imágenes de refugiados hambrientos y que padecen frío, siguen sin pausa las imágenes de los goles marcados en el último partido de fútbol. Cuando las imágenes en movimiento se reducen a imágenes estáticas (fotografías), de repente nos encontramos en una nueva situación: tenemos tiempo para observar, registrar, comprender y preguntar.

Cuando las imágenes televisivas quedan fijadas en una fotografía pierden nitidez. Podemos ver que la imagen está compuesta de distintos puntos generados por el impacto de los electrones en la pantalla televisiva. Al reducir la velocidad de exposición de la cámara he aumentado la borrosidad de las fotografías. Estos efectos comportan un extrañamiento (un distanciamiento). Además de estos puntos coloreados –que, a su vez, evocan un juego estilístico de la tradición pictórica, en particular del impresionismo–, vemos una variedad de bandas multicolores. Estos efectos transmiten un extrañamiento que irrita porque en los telediarios normalmente se emiten imágenes nítidas y precisas que simbolizan la objetividad y la autenticidad. Estos factores perturbadores (banda, píxeles, logos) nos recuerdan que las imágenes han sido producidas para un fin concreto, que no se tratan simplemente de reproducciones de la realidad. Otro de los efectos del extrañamiento es que las fotografías consiguen un mayor grado de abstracción. Esto impide que el espectador pueda sumergirse en ellas; no participamos de su vida interna, sino que, al contrario, nos vemos obligados a permanecer a distancia. No obstante, este distanciamiento nos permite aproximarnos a los acontecimientos de una manera nueva y más reflexiva, y nos posibilita elaborar nuestras propias preguntas acerca de las imágenes.

Versión abreviada de una conferencia en la Universidad de Leipzig el 10/1/03

Traducido por Victòria Oliva Buxton